You are leaving the American sector
Berlin. Check Point Charlie

9 de noviembre de 2009


Ahí estaba. Check Point Charlie. Jose y yo acabábamos de terminar la carrera de Periodismo y habíamos comenzado a currar en Ideal. Nos fuimos a Amsterdam por segunda vez con mi VW Golf. Dos días después dejamos a nuestra amiga Jacqueline en la plaza Damm a las ocho de la mañana y partimos hacia Berlín.

No hay límite de velocidad en las autopistas alemanas, salvo cuando llegas a las ciudades, así que metí quinta, me puse a 190 kilómetros por hora de velocidad de crucero y, por el carril de la derecha, el de los lentos, vimos cómo nos adelantaban sin compasión Ford Scorpios de la Polizei, y toda la gama superior de Audis, Porches, Opel, Ford, VW, BMW y Mercedes. Dicen que son los italianos quienes más aman los coches y la velocidad (la máquina) pero eso solo lo dice alguien que no conoce Alemania.

Llegamos por la noche, doce horas después. Paramos a media tarde en la ya extinta RDA en un pueblo, buscando un albergue para pernoctar. Era un pueblo triste, aburrido, soso y comunista. Era demasiado gris. No había ni plaza del pueblo con flores, niños jugando y un bar vacío para tomarse un café. Era la herencia comunista, que devastaba la alegría. Lo que más nos gustó es que la única tienda abierta que había era... ¡una agencia de viajes!

Decidimos, ante el fracaso de encontrar un bucólico pueblo ex comunista y mezclarnos con sus gentes para hablar del pasado y, sobre todo del futuro, proseguir ruta hacia Berlín, pese al cansancio acumulado.

Entramos por Kudam, un elogio del capitalismo en medio de una isla rodeada hasta hacía unos meses de comunismo por toda partes. Lujo a la alemana con todas las marcas de la moda, plena de luz y de músculo cincelado a golpe de dolar USA primero y marco alemán después.

Dimos con el albergue, dejamos el coche y nos fuimos a cenar por la zona de Friedrichstrasse y al sobre. Mañana sería otro día. Todavía recuerdo cómo picaba el chile con carne que nos endiñamos.

Nos despertamos y fuimos a la puerta de Brandenburgo. Flipamos. Congelaba aquella imagen de medio cuerpo porque el Muro la tapaba. Me acordé de las palabras del padre de Jose, eterno periodista y director de El Correo: "El proceso de la libertad es imparable".

Cruzamos. Se podía y no te metían un tiro. Nos perdimos por Berlín Este y llegamos no sé muy bien cómo al Check Point Charlie ‘por el otro lado’, por el que hasta hacía unos meses no se podía, por el lado ruso. "You are leaving the American sector", leímos cuando cruzamos el paso.

Fue una gozada, una sensación de estar en el lugar preciso en el instante adecuado. Una cita con la historia. Y nos sacamos estas fotografías. Die Mauer, que dicen los alemanes, el Muro de Berlín estaba ahí.


Uno pensó entonces y sigue pensando ahora que los muros solo se construyen para ser derribados. Maldita paradoja.

1 comentarios:

cebrián dijo...

Joder pedrojota, qué bien has resumido aquello!!! Sí señor grandes y buenos recuerdos. Te das cuenta amigo lo necesario que es viajar... sobre todo cuando tienes 25 años. Bueno compI, ya nos veremos. Oye lo del papel del papel, cojonudo. Un amigo tuyo lo ha repartido por aquí. Para que vean. Un abrazo. Auf Wiedersehen.

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