Los Correctores: Istorias de las Herratas o Historia de las erratas

26 de noviembre de 2012


A finales del mes de junio de finales de la década de los ochenta empezaba mi vida en una Redacción. Pronto cumplirán 25 años de aquella mañana que el sol salía en Donosti y olía húmedo por la mañana, como es costumbre por aquellas tierras. Ese olor junto con la sangre que me hervía se mezclaba con el olor a tinta y líquidos fijadores que se desprendían de la rotativa, que haría pocas horas que habría terminado con su ronrroneo mecánico de imprimir El Diario Vasco.

Me identifiqué como becario en prácticas en su primer día y entré. Ya no saldría jamás de una Redacción. Nos recibió Mario García y las presentaciones las hizo Salva Pérez Puig, entonces redactor jefe. Luego sería nombrado director tras su paso por El Diario Montañés. Murió con las botas puestas, y eso hay que decirlo siempre.

Luego, los becarios nos fuimos desparramando por la Redacción, buscando nuestro lugar en este hábitat que te devora pero que al mismo tiempo es capaz de darte la vida. Yo, como siempre, me perdí. Buscaba la rotativa y me guiaba su olor, tan característico. Tenía claro clarísimo cristalino que el primer día que firmara una noticia me quedaría toda la madrugada hasta pillar el ejemplar y ver mi nombre en mayúsculas firmando mi primera crónica.

Y allí, en un limbo entre la Redacción y el Taller (los jóvenes no lo lo sabéis, pero antes existía en los diarios el Taller, los que montaban el diario antes de que aparecieran los Macs y compañía, y eran más que la Redacción entera junta y siempre te ganaban al furbito y al mus, lo que es peor) me encontré una especie de mesas con un tipo que leía y no levantaba la cabeza. Tenía diccionarios, muchos, y muy usados. Era un corrector. Y la siguiente parte de la historia, la cuenta mi amigo José Antonio Guerrero en un reportaje maravilloso que a continuación os linko. Prepararos para disfrutar

Helarte de la errata
Hoy se celebra el Día del Corrector, un colectivo profesional imprescindible para que los textos de libros, periódicos, anuncios, prospectos médicos… salgan sin errores

"Una letra mal colocada puede hacer muy doloroso el placer de la lectura. Como la que atormentó a aquel obispo que se tenía que ir de Pitillas (un pueblo navarro) y acabó a las puertas del infierno por una saltarina «u» que apareció allí donde menos se la esperaba. O como aquella que abochornó a un famoso crítico literario, que quiso dedicar su último libro a una altiva condesa «cuyo exquisito gusto conocemos bien todos sus amigos» antes de que una traviesa b se metiera entre pecho y pecho. Las erratas en los periódicos (obra, ya se sabe, de los duendes de las rotativas), en los libros y hasta en los discursos de los políticos son tan viejas como la misma imprenta. Flaubert decía que las erratas eran los piojos de las palabras, Luis Cernuda las llamó la caries de los renglones. Pero a veces los piojos se convierten en garrapatas y las caries pueden acabar con las más sólidas de las dentaduras literarias. Que se lo digan, si no, a Blasco Ibáñez cuando en su novela «Arroz y tartana» deslizó sin querer una errante o que hizo que aquella mañana, Doña Manuela se levantara con el «coño» fruncido, dejando a sus lectores con el suyo bien arrugado". (Sigue leyendo)

CRÉDITOS

Imagen captada por Torres Molina: Los correctores de IDEAL vigilan que no se 'cuele' ninguna errata en el periódico del día. (1971)

Hunter S. Thompson dejó escrito: "Desahucio es la palabra más sucia del diccionario, después de hambre"

11 de noviembre de 2012

Deshaucio


El viernes una mujer se suicidó en Barakaldo ante el drama de sufrir un deshaucio. 

En Granada, un hombre también se quitó la vida hace dos semanas escasas. 

Por favor, que alguien solucione esto ya y qu no tengamos que volver a escribir la frase que publicó José R. Villalba: "Un hombre se quita la vida momentos antes de que el banco le quite su casa".



Recortes. El alma del hombre

10 de noviembre de 2012

He vuelto a publicar, después del verano, mi columna quincenal en el periódico Ideal. Espero que os guste.

Columna de Opinión en Cableados
Recortes (el alma del hombre)

Toda la mañana lloviendo. He sacado dinero y he ido donde Pepe Villena a pagarle las plazas de garaje que le tengo alquiladas. Le he dicho a Pepe Villena, que está muy estropeadico con sus ochentaytantos años, que me tiene guardada una botella de champán para mí, que le he dicho que iré con mi hijo Andrés a recogerla, que gracias, que así le ve que ya está hecho un muchachillo, que muy bien pero que vayamos, que no me olvide, que le dará chocolates o golosinas, que Andrés le dará un abrazo de los suyos...

Digo que le he dicho a Pepe Villena que dejo mi plaza de garaje, una de las dos, que la cosa está regular y que tengo que recortar. Como todos. Que si el Plan B. Que si ‘modo panic on’. Que no se preocupe, que tengo la moto y que con ella me muevo bien por la ciudad. Me ha preguntado si vendo el coche. Le he dicho que no, que se queda en el polígono donde está el IDEAL, preparado para los viajes y mis andanzas. Me ha dicho que al menos nos quedamos con una de las dos plazas . Y que eso es importante. Le he dicho que sí. Que lo es, que vivir en el Realejo sin cochera es complicado. Cuando me he ido me ha estrechado con fuerza su mano débil. Me ha dicho que me aprecia muchísimo. Le he dicho que lo sé, que es mutuo y que es de siempre. 

Me he marchado completamente enternecido. Por el respeto, por el aprecio y también porque, quince años después, dejo una plaza de garaje y lo que significa: que las cosas están mal. Me he visto por el agujerito de la memoria a mí mismo en 1998, con unos treinta años, dicharachero y divertido, con enormes ganas de vivir... Y he sonreído, nostálgico, buscándolo. Buscándome por las esquinas de esta vieja judería. 

He llegado a casa y me he sentado a trabajar. A la hora ha sonado el móvil. Era Pepe Villena. Me ha dicho que lleve esta misma noche el coche a mi plaza del garaje, que me convida hasta enero. «Que no quiero que pases frío con la moto», me ha dicho. 

Recortes. El alma del hombre. Las personas. Hay una salida y está clara.

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